Me gustaría compartir contigo mi punto de vista sobre mi trabajo, un servicio llamado terapia.
Para empezar la terapia es esto, un servicio. El terapeuta está al servicio de las personas.
¿Qué quiere decir estar al servicio? No quiere decir decirle a la otra persona lo que quiere oír o hacer cosas para animarla y compadecerse.
Estar al servicio quiere decir:
Escucha activa, estar totalmente abierto a escuchar lo que la otra persona tiene que decir y a la vez estar atento a lo que no dice o no se atreve a decir. Recoger y repetir las palabras que esta persona dice y reflejar sus propias ideas.
Presencia, estar presente durante todo momento. Es decir, ver, observar y conectar con lo que está viviendo la otra persona continuamente.
Hacerle saber a la otra persona que estás en el mismo espacio mental, físico y emocional. Que no te pierdes en tus propios pensamientos y teorías, si no que estás caminando el mismo camino.
Empatía, acoger e integrar a la persona tal y como es, sus decisiones, creencias y formas de ser. La base no es el juicio o la comparación, de si lo está haciendo bien o mal. Aquí no ocurre nada de eso.
La empatía da la oportunidad de que la persona que está haciendo terapia pueda, tal vez por primera vez, observarse y reflexionar sobre como está viviendo su propia vida. Dónde están sus obstáculos, miedos, ansiedades, traumas y bloqueos.
Espacio seguro, donde lo que ocurre en una sesión no va a ser público. Donde no se tienen que dar explicaciones o justificarse por las decisiones y acciones tomadas en su vida.
Exploración de los temas que la persona aporta a la sesión. Navegar, preguntar, observar, conectar las palabras, sensaciones, emociones y resultados que esta persona vive en su día a día.
Metodología como experiencia de vida. Puede que al principio el terapeuta repita o siga un tipo de métodos que ha aprendido de sus maestros, escuelas o curso. Pero con el tiempo, este, desarrolla sus propias metodologías y técnicas que le han dado la experiencia de trabajar con diferentes personas.
En mi propia experiencia, no soy yo el que doy soluciones, ni tampoco es la otra persona la que solo vive los procesos.
Lo que he aprendido en estos años es que solo la persona que viene a las sesiones tiene la respuesta adecuada par sí misma, mi trabajo es abrir caminos y acompañar a esa persona en su recorrido a reencontrarse con su respuesta verdadera.
Y que a la vez que trato con los temas que traen las personas a consulta, yo también aprendo y evoluciono, no solo en mi trabajo, si no que también en mi vida personal.
Como terapeuta no tengo la respuesta a todo, no estoy por encima del otro por tener conocimiento sobre métodos y procesos humanos y no “siento pena por el otro”.
Así como un constructor sabe como edificar casas, como terapeuta soy arquitecto de estructuras humanas mentales, emocionales y físicas. Y no hay condescendencia, lo que hay es empoderamiento hacia la otra persona.
Todos somos personas y todos formamos la humanidad. Todos tenemos nuestros obstáculos, miedos y límites que tenemos que afrontar. Y para mí compartir todo esto es lo que realmente es importante.
Navegar, surfear, caminar, bucear, entrenar, experimentar la vida; el hecho de estar vivos y ser capaces de contemplar y transformarnos para evolucionar.
El cambio no como huida, el cambio como fortaleza.
Esta es mi invitación a todas las personas que queráis y necesitéis redefinir y transformar aspectos en vuestra vida; a las que queréis ser personas conscientes y maduras; a las que queréis superar estados emocionales difíciles; a las que queráis compartir la vida liberándoos de cargas innecesarias; a las que estáis dispuestas a evolucionar.